Relator en diferido

Escrito por 9 febrero 2019 0 0

Me debo estar haciendo mayor: las canas, el aumento de dioptrías, la artrosis… te lo van avisando. El último síntoma que me ha hecho aterrizar en esa realidad es que he sido capaz de aguantar la hora y pico que ha durado la comparecencia y posterior rueda de prensa de la señora Calvo. En otros tiempos hubiera cambiado de emisora a los 3 minutos. Me recuerda a la señora Cospedal. Cuando salía por televisión, contenía la respiración hasta que acababa su intervención, esperando que no se metiera en ningún jardín. Salvando las diferencias de edad, de ideas y otras más a la vista de todos, coinciden en una cosa: nos toman por tontos. La señora Calvo se empeña en explicarnos el tema del relator con la misma eficacia que Cospedal explicaba el pago en diferido a Bárcenas.

Ahora resulta que el problema catalán surge porque no había espacios para el diálogo por eso hay que constituir una comisión además de la de Gobierno-Generalidad, en la que estén todos los partidos políticos tengan o no representación parlamentaria, para que haya gente de todos los colores. Y para que se reúnan, y los guíen por el buen camino necesitan un lazarillo cuyo nombramiento  será responsabilidad de los propios partidos. Menudo plan. El elegido debería ser catalán, para que conociera la problemática, y que lo hiciera por amor al arte, es decir, gratis, lo que añade un plus de dificultad no menor. Lo presentaba como algo normal, natural, práctico, útil, benévolo, bien intencionado, por abrir espacios para el diálogo, (como si no existieran suficientes instituciones municipales, autonómicas -a veces cerradas a cal y canto durante meses por cabezonerías varias- y nacionales para debatir) y no tenía que haber despertado tanta expectación. «Si todo es tan normal, ¿por qué estamos aquí?» preguntó uno de los periodistas. Y de vez en cuando una puya a la oposición, acusándola de haber subido el tanto por ciento de independentistas. ¿Bajará ese porcentaje ahora que gobiernan ellos?

Todo este enredo es porque no se fían los unos de los otros. Se mienten y cada uno da una versión diferente. Y para solucionar esto no hace falta un relator. Porque, ¿quién controla al relator? ¿Y si no matiza bien este o aquel punto tratado? Si no son capaces de reunirse 2 partidos y dar una nota conjunta, ¿cómo piensan que se van a poner de acuerdo en algo 11 o 12?

La solución es muy fácil: Televisar las conversaciones en directo, como las sesiones del Congreso, del Senado y de algunos juicios. Si tan legales y ajustadas a derecho son, no deben tener problemas. Son nuestros representantes. Tenemos derecho a saber lo que hacen y cómo lo hacen. Así cada uno será su propio relator.

Este comentario fue publicado por el diario La Verdad, de Murcia, el día 9-2-2.019.

 

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