Para los que dependemos del coche para el trabajo o las relaciones familiares y padecemos día a día la presión, la intimidación, el acoso, el insulto, especialmente a las mujeres, por parte de los “gorrillas”, denominados en la nueva ordenanza “aparcacoches sin autorización”, (¿los hay con autorización?) supondrá un alivio no menor la entrada en vigor de la misma.
La medida llega tarde, pero llega. El concejal del ramo, por fin, dice que “la situación es complicada y que el fenómeno se está extendiendo de forma peligrosa por todo el municipio” y ha pasado de la inacción a la toma de decisiones que, podrán ser mejores o peores, pero ya tenemos un comienzo, y se podrán ir mejorando subsanando toda la casuística que se presente con el paso del tiempo. Costará al principio porque estos señores tienen la plaza “en propiedad” varios años y ahora será más difícil, como todo lo que se deja que vaya tomando copero, y pretenderán que les “indemnicen” por los ingresos que van a perder al prohibir la actividad, se manifestarán ya veremos cómo, o la emprenderán con otro tipo de “negocio” para paliar las pérdidas, pero bienvenida sea la ordenanza. Lo de las sanciones de 750 a 3.000 euros a personas, en principio, indigentes, no lo tengo claro: es como sancionarme a mí a levantar 300 kilos en arrancada.
Todos están de acuerdo, unos más que otros, en que son personas que vienen buscando una vida mejor pero ninguno repara en que aquí ya hay tres millones y medio de personas en edad laboral esperando una vida mejor, que tenemos una deuda de más de un billón de euros y que estamos viviendo de prestado y posiblemente pocos sepan que cuando llegan les toman los datos en la comisaría correspondiente, y, pasados unos días los reparten por el país y les enseñan la puerta de la calle para que se busquen la vida. Y a partir de este momento, todos los políticos, ONGs,… que decían que eran personas humanas que querían tener una vida mejor y justificaban su entrada ilegal (son necesarios para invertir la pirámide de población y garantizar las pensiones), se les olvida que están por las calles como almas en pena unos aparcando coches, otros robando en los huertos y las viviendas, otros trabajando honradamente, otros rompiendo ventanillas de los coches para robar en su interior, otros siendo explotados por patronos que les pagan poco, otros viviendo en casas patera o de ocupas en casas abandonadas y otras miserias.
Por lo tanto, confío en que los puntos 1 y 2 del artículo 5 de la ordenanza se cumplan con creces, porque de no ser así no se solucionará el problema y tendremos otra ley para no cumplirla.
Ahora hace falta otra ordenanza que obligue a los sin techo a dormir en un lugar digno que, aunque en Murcia hace poco frío, no demos lugar a que muera otra persona humana de hipotermia en el banco de un jardín.
Este comentario fue publicado en el diario La Verdad, de Murcia, el 4-2-2.020
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