Hace unos días alumnos de segundo de la ESO del IES El Carmen regresaron de su viaje de estudios a Winchester. Venían pletóricos contando lo visto, mostrando fotos y souvenirs. Una preciosidad de ciudad. Mis felicitaciones al profesorado. En las fotos que pude ver me llamó la atención la limpieza de la ciudad: ni una colilla, ni un papel, ni una bolsa de plástico, ni una lata, ni una hoja de árbol, ni una pintada… y me entristecí cuando miraba a mi alrededor. Y pensé si los ingleses tienen un cromosoma más o un cromosoma menos que los hace más respetuosos con las zonas comunes o es que, sencillamente, no son tan marranos como nosotros
Vivimos rodeados de suciedad y lo hemos normalizado. Partiendo de la premisa de no es mejor el que más limpia sino el que menos ensucia, creo que el Ayuntamiento debe adjudicarse el 80% del estado deprimente en el que se encuentra la ciudad y el otro 20 nos lo repartiremos entre los murcianos, los árboles por tirar hojas y los pájaros por hacer sus necesidades en cualquier sitio.
No soy experto en limpieza de ciudades, pero cuando friego el porche de mi casa, se queda más limpio que cuando lo barro o le soplo las hojas. A ver si esa va a ser parte de la solución: fregar más y soplar menos.
La zona cercana al instituto parece un mapa físico, donde se alternan claros y oscuros según la altura de la marranería que tienen. Eso sí, no se preocupen, porque si viene algún político o algún vago dedicado a la verborrea, entonces sí que medio limpiarán.
La solución pasa por la educación del ciudadano. Ya hay un sector que son incapaces de tirar una colilla o el ticket de la ORA al suelo. Pero queda mucho por hacer. Hasta ese día, sería bueno una limpieza de choque (lo limpio llama a lo limpio) y sancionar al que escupe, tira colillas, octavillas publicitarias, latas, etc.
A ver si le metemos unos goles a la suciedad o cambiamos al entrenador.
Este comentario fue publicado en el diario La Verdad, de Murcia, el 22-6-25
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