
¿Recuerdan ustedes el eslogan Murcia Huerta de Europa? Está olvidado o casi. Le pasa un poco como al Made in Spain. Hace tanto que no lo oímos o lo leemos que hemos olvidado que en nuestro país se hacían cosas. Y con la Huerta pasa igual. Hace tanto que no se hace nada por ella que ya no es de Europa, ni de España y, a la vuelta de 4 días, ni de Murcia, porque habrá muerto víctima de la mediocridad, la desidia, la inoperancia y la especulación. Y al final verán como nadie ha tenido la culpa: ni los huertanos, ni las autoridades. Ahora el eslogan es Murcia ciudad sostenible, que tiene guasa la cosa, porque si hay algo realmente sostenible, algo que debería ser patrimonio de la Humanidad (hay unos 45 en España, ninguno de ellos en Murcia) es la Huerta y su sistema de regadío: por gravedad, con sus azudes, partidores, sus norias… cien por cien sostenible.
Los huertanos sabemos que la huerta no da para comer, que la cuidamos en la medida de nuestras posibilidades más que nada por tradición, respeto a nuestros mayores y casi casi por romanticismo, pero eso no te da derecho a construir aprovechándote de la margen derecha o izquierda de las acequias, o tender puentes sobre ellas para uso privado, o construir tu vivienda directamente encima, gestos que impiden que pueda ser limpiada y mondada empleando medios mecánicos y hay que hacerlo a pico y pala y mal. Tampoco te da derecho a utilizarla como alcantarillado o como vertedero de bolsas de basura, muebles viejos, depósito de escombros, etc. ni a dejarla abandonada sin labrar, sin quitar las malas hierbas que cada verano provocan incendios quemando el huerto abandonado y los cuatro limítrofes, lo que acelera el proceso de abandono de los que nos negamos a rendirnos.
Las autoridades miran para otro lado y a esperar a fin de mes. Porque están más por los discursos en las Fiestas de Primavera, la inauguración de las Barracas y los Huertos en verano que en lo que deben estar.
¿Se imaginan ustedes, si los márgenes de las acequias estuvieran libres y fuesen de dominio público, los paseos, carril bici, rutas amables… que se podrían hacer? Y ya que estamos en el apartado de las preguntas: ¿Por qué no se derriban y se recuperan las zonas ocupadas? ¿Paga IBI una casa construida encima de la acequia y sus márgenes? ¿De quién es el solar que ocupa? ¿Se sanciona a quien con su ocupación impide la limpieza encareciéndola y haciendo que sea de menor calidad? ¿Por qué no se mondan ciertos tramos de acequias, hasta el punto de que el agua no puede pasar y los huertos se secan por su carencia? ¿Será para agilizar el que se transformen en solares baratos que expropiar y recalificar después por el amiguete de turno? ¿Por qué no se obliga a los que tienen huertos abandonados a limpiarlos de hierbas, árboles secos y cualquier otro material combustible? ¿Por qué no se crea una patrulla dependiente del Ayuntamiento que haga la limpieza de los huertos abandonados en el caso de que su propietario no pueda y se le cobran los gastos vía recibo de la contribución, evitando los incendios y dándole a la Huerta un aspecto distinto al que tiene que da pena, pero pena, pena, pena? ¿Por qué no se establece un turno de riego de manera que para regar los huertos de 20 propietarios no haya que llenar la acequia de agua 20 veces con el consiguiente mal uso de un bien tan escaso como es el agua?
Señores de la autoridad: suban al tren y dense un paseo hasta Librilla o Beniel, dejen el móvil en el bolsillo y vayan mirando por la ventanilla y luego cuéntenme cuentos en las Fiestas de Primavera, o en la inauguración de los Huertos, más bien los cebaderos, del Malecón.
Este artículo fue publicado en el Diario La Verdad, de Murcia, el 28-8-2.015
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