Los pilares del bienestar

Escrito por 16 julio 2016 0 0

No sé si será por mi espíritu de contradicción o porque al final, aunque sea muy al final, voy a tener parte de razón, aunque sólo sea una parte, pero nunca he estado de acuerdo con aquello de que los pilares básicos del estado del bienestar sean la Sanidad y la Educación y garantizar las pensiones, porque está claro que algo va mal, cosas que empañan nuestro día a día y que nada de lo hasta ahora dicho puede arreglar.
Sin menospreciar lo anterior, creo que el primer pilar que cualquier estado del bienestar tiene que cuidar, mimar, mejorar y poner en valor debe ser la Justicia, una justicia garantista pero rápida, ejemplarizante, educativa, que te quite las ganas de hacer o decir ciertas cosas, que no señalo pues están en la mente de todos, porque sabes que esa misma noche la puedes pasar en la prisión de Sangonera, Alahurín de la Torre, Soto del Real o cualquier otra. Porque, ¿de qué nos sirve convivir con sinvergüenzas, cobardes, mal hablados, cínicos, canallas, que estén sanos y tengan una carrera universitaria? Prefiero convivir con personas con reuma o con hernias de hiato que no hayan pisado la escuela pero que cuando hablan lo hacen con respeto y cuando te dan un apretón de manos no hace falta que venga ningún notario a levantar acta de lo acordado porque para ellos el apretón (su sentido innato de «justicia») es palabra de Dios.
Han acabado las fiestas de San Fermín. Unos las recordarán por la carrera más rápida, otros por la más limpia, o por la mayor participación; otros por el buen hacer de los servicios de emergencias y otros por la mejor faena o el mejor par de banderillas. Yo recordaré estas fiestas de San Fermín por la velocidad con la que pusieron en la cárcel a los cinco violadores de una chica. Después ha habido alguna otra pero estoy muy seguro de que la medida ha disuadido y evitado muchas más.
Por las mismas fechas Víctor Barrio perdió la vida en la plaza de Teruel. Las imágenes demoledoras del torero prácticamente muerto, con la mirada perdida en la arena, sólo te pueden invitar a la compasión, a la pena, a la lástima, al dolor, a la solidaridad con sus familiares. Pero un grupo de energúmenos, (por no decir lo que siento) posiblemente sanos y con estudios, han ensuciado su nombre, su persona, a sus familiares con toda clase de insultos.
Y aquí está mi pena, amigo lector, ¿dónde está aquí la velocidad de la justicia? ¿Por qué no están en la cárcel ya los 15 o 20 que han escrito esos disparates? No pasará nada. Ya lo verá: todo cabe en el saco sin fondo de la “libertad de expresión”.
Si la libertad de expresión sirve para tapar estas conductas y que aquí no pase nada, unas veces porque eres joven, otras porque lo decías de broma, otras porque te han quitado el móvil y tú no has sido, etc. habrá que ir pensando si no será el legislador por inacción y los que amparan, defienden y justifican estos hechos los que tendrían que estar en la cárcel.
Mis condolencias para todos.

Este comentario fue publicado en el diario La Verdad, de Murcia el 2 de agosto de 2.016

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