El tercer hombre

Escrito por 23 noviembre 2016 0 0

Imagine por un momento que tiene usted un hermano y que sus padres, ya muy ancianos, después de una vida de trabajo, sacrificios, ahorro, alguna que otra renuncia y pocas fiestas, han fallecido.

Como casi todos los padres, los suyos han dejado dicho que, cuando faltaran, la mitad de lo que poseyeran fuese para cada uno de sus dos hijos.

La herencia, en la mayoría de los casos, está compuesta por la vivienda habitual, la casa de la playa o del campo y unos ahorros en la Caja para la vejez, cosa muy habitual en los ancianos: guardar para la vejez.

Para reunir lo anteriormente dicho, pagaron IRPFs, IBIs, IVAs, retenciones sobre intereses bancarios, etc. desde su primer sueldo o nómina hasta la última, durante sus cuarenta años de vida laboral. Ha sido un dinero debidamente ordeñado por los impuestos. No les cayó de golpe en la lotería.

Y ahora que van ustedes dos a regularizar la situación, penosa por la naturaleza de la misma, descubren que tienen ustedes un hermano. Sí. Un hermano, que ya estaba en el despacho del notario cuando ustedes entraron, que reclama su tercera parte.

No es un hermano que les habían estado ocultando hasta ahora, fruto de un desliz de juventud de su padre antes de conocer a su madre, ni viceversa. No. Es fruto de la insensibilidad y la poca vergüenza de algunos políticos, pasados y presentes, que, no contentos con tenerlos fritos a impuestos de todo tipo toda su vida, ahora, todavía no saciados, quieren una parte del pequeño patrimonio conseguido con sacrificio, ahorro y privaciones.

Pero, oiga, que ni se inmutan. Ni un ligero rubor. Ni un amago de cambio. Todavía hay otros que cobran más, pensarán. Lo tienen claro: tú trabaja, invierte y ahorra que yo tengo que vivir. Y bien. Sin privaciones.

Y aprietan tanto, que cada año miles de herencias se rechazan por no poder asumir los costes. Y es que no hay pan para tanto heredero y lo pierdes todo para que con tu pan se lo coman. Tienes que olvidar lo que siempre disfrutaste con tus padres para que ahora se lo lleve el recién llegado de turno. ¡Qué machotes!

Cada vez se alarga más la esperanza de vida y es que, con este panorama, ¿quién se muere?

 

Este comentario fue publicado en el diario La Verdad, de Murcia, el 23-11-2.016

No hay comentarios todavía.

Escribrir una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *