Murcia no está «prepará».

Escrito por 20 febrero 2017 0 1

Les voy a hablar de mi casa. Con su permiso. No por ser la protagonista de este comentario, sino para que me entiendan. Construida a mediados de los 40 del siglo pasado, presenta las patologías propias de la edad: micro fisuras en paredes y escayola, (por las vibraciones producidas por los vehículos pesados al pisar las tapas de alcantarillado de la carretera), losas estropeadas por dilataciones o golpes con objetos contundentes, alguna puerta que no ajusta bien, y, cuando llueve abundantemente, una gotera. Para cuando vuelva a llover, dentro de 3 semanas o 3 meses, seguirán las micro fisuras, el suelo estropeado y la puerta tal vez ajuste bien. Pero pueden estar seguros, y apostar fuerte sin riesgo a perder, de que la gotera no estará. Habrá otra, u otras, pero ésa no. Ya me encargaré de arreglarla pronto y bien, antes de que vuelva a llover.
“Murcia no está prepará” oímos, con más frecuencia de lo deseado, cada vez que llueve, hace frío o calor. Y en seguida aparece la pobre señora sacando barro de la casa en cuya puerta hay amontonados muebles y enseres inservibles. El otro te señala el nivel donde llegó el agua el año pasado y el actual. “Ahora que acabábamos de pagar el préstamo de los daños del año pasado, ¡esto!”, manifiesta otra. Y el otro se pasea en barca por la calle, poniendo la nota simpática a la tragedia.
Pero, ¿qué está pasando aquí? ¿No les da un poco de rubor a los que tienen competencias en infraestructuras para que salgamos abriendo telediarios cada vez que llueve, escuchando como razón de las desgracias: “Murcia no está prepará” ¿Cómo que “Murcia” no está “prepará” ¿ Acaso es que Murcia se puede “autopreparar”? Los que no están “preparaos” son los políticos que tienen la llave para que esto no siga un año tras otro sin que nada cambie, a no ser que sea para peor. Están pensando en emprender la enésima obra faraónica que dejarán a medio porque no podremos pagar, y se olvidan de acabar lo que está a medio y de cuidar lo que ya tenemos, prestándole atención con la diligencia debida: La autovía del bancal, el aeropuerto de Corvera, el arrabal árabe de San Esteban, el Puente Viejo (en 2015 descubrieron que se acabó en 1740, es decir, han estado 275 años sin echarle un vistazo), el vaciado de la estación Murcia del Carmen, la Cárcel Vieja, el Cuartel de artillería, la autovía Cartagena-Vera, auditorios vacíos, el AVE, que va a venir, va a venir pero no llega ni por Albacete ni por Cuenca (respecto a esto último se podría hacer una buena tesis doctoral sobre cómo mentir a boca llena y no perecer, sino medrar, en el intento), las Norias, la Contraparada, las acequias, los proyectos Toyo Ito, Parque oeste, la Paramount,… son algunos ejemplos.
En doscientos cincuenta millones se estiman las pérdidas y daños de las lluvias de diciembre. Con ese dinero, ¿Cuántos kilómetros de rambla se pueden acondicionar para aumentar su caudal sin que se desborden y causen daños?, ¿Cuántas calles-rambla se pueden entubar para que el agua no entre más en las viviendas? ¿Cuántos puentes se pueden hacer sobre los actuales badenes para evitar que el agua arrastre y mate a algún conductor? ¿Cuántos charcos, (de los que toca el agua los bajos de los coches), se pueden eliminar de las carreteras y hacer la conducción más segura? ¿Cuántas pequeñas cosas que nos hacen la vida más agradable?
Arregle usted las goteras primero, buen hombre, y, cuando estemos secos, póngale suelo radiante, parqué, música ambiente, ascensor, cubierta vegetal, automatícela con domótica avanzada y llene las paredes de óleos y acuarelas. Se le quedará una casa preciosa y no se mojará cada vez que llueva.

Este comentario fue publicado en el diario La Verdad, de Murcia, el 20 de febrero de 2017

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