Vamos a ver, Sr. Torra. Vamos a ver, que me da la impresión que hace tanto tiempo que dejó el Instituto que se le ha olvidado lo poco que aprendió allí. Se puede protestar pacíficamente por la subida de los carburantes, el pan, las sanciones de tráfico. Por el cierre de una empresa, por las listas de espera, por las huelgas de pilotos, etc., pero, contra una decisión firme y previsiblemente unánime del Tribunal Supremo, no. Contra esto se acude al tribunal inmediato superior y cuando se acaban los españoles, expresas tu disconformidad en los europeos, mundiales o galácticos, hasta que entiendas que se te ha hecho justicia, pero no puedes sacar la gente a la calle si no te gusta una decisión judicial porque eso es invitar a la rebelión. Después habrá o no habrá agitación, tumultos, destrozos. Habrá o no desobediencia, violencia de baja, media o alta intensidad, enfrentamientos entre ciudadanos o con la policía, en definitiva, lo que estamos hartos de ver, pero usted habrá puesto, una vez más, los ingredientes. A los niños se les dice que no tiren piedras porque, una vez que han salido de la mano, no se sabe dónde pueden caer ni el daño que pueden ocasionar, y usted, que ya tiene una edad, lleva ya tiempo tirando piedras.
La suerte que tiene usted es que vive en un país donde las leyes son confusas, interpretables, buenistas, oportunistas, moldeables y ridículas, a imagen y semejanza de sus redactores, que hacen que los jueces, que sí tienen la cabeza bien amueblada, duden o discrepen unos de otros porque tienen que cuantificar conceptos incontables, que dirían los ingleses. Porque, ¿cómo se miden conceptos como tumulto, hostilidad, violencia? ¿En metros, litros, kilos, decibelios, número de heridos, cantidad de mobiliario urbano destrozado, duración de la protesta, seguimiento, …? Póngame diez metros de tumulto, cinco litros de hostilidad y cuarto y mitad de violencia. Leyes que consienten que un Parlamento, el cual ni en la peor de sus pesadillas soñó que llegaría a presidir, apruebe ocurrencias pintorescas sobre la Guardia Civil o el Rey y no pase nada, o incumpla sentencias del Constitucional y no pase nada, o amenace con echar la gente a la calle si la sentencia del Supremo no es absolutoria y no le pase nada.
Dice que el problema catalán, que han creado usted y sus antecesores, es un problema político que se soluciona desde la política y con el diálogo, que en catalán querrá decir «dame todo lo que te pida o me enfado», o «sáltate las leyes como yo hago que no pasa nada y deja que funde la república catalana», pero quiere que los jueces se sometan a sus necesidades, proyectos o idearios. Muy democrático. Altamente democrático.
Y todo bajo el manto blanco del pacifismo, que justifica sus invitaciones a la rebelión. Un nuevo Mahatma Gandhi. Lo que ocurre es que Gandhi era Gandhi y usted es usted.
Este comentario fue publicado en el diario La Verdad, de Murcia, el 15-10-2019
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