Desde que en los años 40 se proyectara la actual Plaza Circular conocida, por su forma, como “La Redonda”, se han venido imponiendo este tipo diabólico de cruces de carreteras.
Han surgido como las setas. Tanto que para algunos trayectos necesitas biodramina, pues llegas mareado a tu destino.
Las hay de todos los tamaños desde la más pequeña, donde confluyen cuatro carriles, hasta la más caótica con dieciséis de entrada y catorce de salida, y para todos los gustos: las que se ajustan al reglamento de circulación, es decir tiene prioridad el que ya está dentro, las que no son así sino que, una vez consigues entrar en ellas, te encuentras con un ceda el paso o un semáforo que te hace perder los derechos adquiridos un segundo antes, las que están reguladas por semáforos, y te preguntas: si para entrar a la redonda tengo que esperar a que se ponga verde el semáforo, ¿para qué necesito la redonda?, las reguladas parcialmente, para proteger a carriles de entrada que de no estar el semáforo no entrarías nunca, …
Una de ellas la han hecho tan grande, pese a que lo advertimos durante su construcción, y han dejado las salidas tan cerca de las viviendas que algún que otro conductor ya se ha metido en el bar de la esquina, con coche y todo, en más de una ocasión. Ah, pero esto lo han solucionado: como los vehículos que accedían por los dos carriles no cabían en la redonda, en vez de hacer la isla central más pequeña para que cupieran, eliminan un carril y ya cabe el coche. Ahora los accidentes se producirán en la confluencia de ambos carriles y no los habrá en la redonda. O sí. ¡Y que la gente estudie una carrera para llegar a esto!
Casi todas son peligrosas porque tienes que entrar que pareces un rejoneador mirando de reojo al toro que te busca las ancas, ya que si cumples con la norma de no entrar cuando hay otro dentro, respetando las distancias de seguridad, habría retenciones y las haría inviables.
Y es que es más barato hacer un círculo con bordillos y plantar en el centro una escultura, que un paso subterráneo que sí que aliviaría la circulación y evitaría el peligro, aunque si sumas al círculo el precio de la escultura no sé qué es más barato.
Cuando un medicamento no va bien, un juguete pone en riesgo la vida de un niño, cuando una cómoda te cae encima y te mata, medicamento, juguete y cómoda son retirados del mercado y sus fabricantes sancionados. ¿Qué se hace con un cruce convertido en redonda que genera accidentes?
Este comentario fue publicado por el diario La Verdad, de Murcia, el 15-2-2.020.
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