Los que de alguna forma hemos estado relacionados con el mundo del deporte reconocemos al vuelo la cara de circunstancias que se le pone al que acaba de perder un partido.
Hace días Pedro Sánchez aparecía en televisión de visita sorpresa al rey de Marruecos después de que éste hubiera publicado parte de una carta enviada por aquél, y su cara era la del entrenador que acaba de perder la final, la cara de un perdedor y sus fallos protocolarios previos a la entrevista, su nerviosismo y su inseguridad presagiaban lo peor: su rendición, su claudicación ante el vecino del sur.
Si el texto publicado después en prensa es fiel al original, asusta pensar en manos de quién estamos. De pena.
Todos los parlamentarios, especialmente sus socios de Gobierno, están que trinan contra la visita y lo que representa para el pueblo saharaui, -mi opinión ya quedó reflejada en esta misma sección en junio de 2018- pero ninguno dimite. Dicen que “por responsabilidad”, pero yo creo que hace mucho frío fuera y cuándo se van a ver en otra.
No sabemos lo tratado, y, conociendo al personal, no lo sabremos jamás, pero somos especialistas en hacer enemigos y, de momento, el embajador de Argelia ha sido llamado a consultas. Y Argelia medita sus reacciones, pero las habrá y no serán buenas.
Y si alguien piensa que va a bajar la presión migratoria o las demandas sobre Ceuta, Melilla, las islas y peñones del norte de África y sus aguas territoriales es que está en el bando de los que pensaban que Rusia no atacaría a Ucrania.
Como apunte decirles que Marruecos instaló recientemente una piscifactoría en las Chafarinas, pero no podemos molestar al vecino del sur.
Recomiendo ropa cómoda, tipo chándal.
Este comentario fue publicado en el diario La Verdad, de Murcia el 4-4-2022
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