Comparaciones odiosas

Escrito por 21 abril 2019 1 0

En 1945 G. Orwell escribe Animal Farm (Rebelión en la granja, en español). Mediante esta fábula, hace un análisis de cómo el poder genera corrupción y va manipulando la Historia adaptándola a sus intereses según las necesidades del momento.

A través de sus personajes, va narrando cómo los animales asumen el control de la granja. Así,  el señor Jones, granjero, hombre duro pero capaz, que se volvió desanimado y bebedor, y sus hombres perezosos  y descuidados. Viejo Mayor, cerdo majestuoso de aspecto sabio y bonachón. Tan estimado que todos los animales estaban dispuestos a perder una hora de sueño para oírle. Les explica el sueño que había tenido. Ve al granjero único enemigo real: no da leche, no pone huevos, es lento con el arado, vende la leche, los huevos, los pollitos, los potrillos. Hay que eliminar al hombre: Rebelión. “No sé cuándo llegará pero fijad la vista en eso, transmitir el mensaje a los que vengan después para proseguir la lucha hasta alcanzar la victoria”. Tres cerdos jóvenes: Snowball, encargado de organizar los Comités Animales, acaba huyendo de la granja, Napoleón (siempre se sale con la suya, nunca de acuerdo con el primero) y Squealer, portavoz del anterior, orador brillante, capaz de hacer lo blanco negro, redactan un sistema completo de ideas que llamaron Animalismo, reducido después a siete mandamientos. Bluebell, Jessie y Pincher, los perros. Tuvieron 9 cachorros, separados de sus madres y adiestrados por Napoleón. Muriel, la cabra blanca que sabía leer y hacía lecturas para los demás. Boxer, fuerte como dos caballos normales. No muy inteligente pero respetado por su carácter. Leal. Sin juicio propio. Pidió al gallo que lo despertara media hora antes para algún trabajo voluntario. La gata que se perdía a las horas del trabajo. Invitaba a los camaradas gorriones a posarse en su garra, pero se abstuvieron. Moses, el cuervo amaestrado. Partidario del señor Jones. Espía, chismoso. Orador muy hábil. Las ovejas, interrumpían con sus cantos a los que disentían con Napoleón, ayudadas por los perros. Las palomas, enviadas por Napoleón al resto de granjas a explicar la rebelión,…

Los siete mandamientos se van adaptando a la corrupción progresiva de los nuevos dirigentes que van superando los vicios de los humanos. Así, a Ningún animal dormirá en una cama, se añade “con sábanas”, al No beberá alcohol, se añade “en exceso”. Llegan las purgas de disidentes,  y al No matará a otro animal se añade “sin motivo”.  Habían llegado a un estado tal que nadie se atrevía a decir lo que pensaba. Pasó el tiempo. Nadie recordaba los viejos días anteriores a la Rebelión. Hacía tiempo que no se hablaba de reservar un campo de pasto para los jubilados: ningún animal lo había hecho. La granja era más próspera pero los lujos prometidos: agua fría y caliente, luz en las cuadras, la semana de 3 días ya no se mencionaban. Era la única granja gobernada por animales y cuando veían la bandera (verde con un cuerno y una pezuña) ondeando, sus corazones se henchían de orgullo. La República que Mayor pronosticara era todavía su aspiración. Algún día llegaría. Tal vez no fuera pronto, quizás esta generación no la vería, pero llegaría.

Esta alegoría del engaño y de la corrupción, me viene a la memoria cada vez que escucho algún político independentista catalán y lo comparo con alguno de los personajes descritos. Muchas frases de su monótono discurso, decisiones, hechos, cambios doctrinales, personajes, etc., parecen sacadas de este libro.  ¿No le pasa a usted, ahora, un poco de lo mismo?

Este comentario fue publicado en el diario La Verdad, de Murcia, el 16-4-2.019

 

1 Comment
  • Ana M Carmen
    abril 21, 2019

    Enhorabuena. Qué buenos análisis. Besos

Responder a Ana M Carmen Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *